Donald Trump se llamaba
aquel racista bocón,
que al poder aspiraba
sin tino ni distinción.
Nos llamó violadores
el sátrapa acosador,
sin saber de valores
ni mucho menos de honor.
Lo escuchó La Huesuda,
mexicana de corazón,
y su osamenta desnuda
anzuelo fue del tentón.
‘Es coqueta La Muerte’,
dijo Trump y avanzó;
libidinoso y demente,
La Catrina se lo llevó.
Gracias le da el votante
por su valentía tan franca,
pues ese antiinmigrante
no llegó a la Casa Blanca.