Casi de manera imperceptible se ha dado cobertura informativa a la creación de un eufemísticamente llamado “curso piloto”, anunciado por el capítulo del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) de Chicago, como parte de la División de Operaciones de Remoción (ERO, por su sigla en inglés).
Según se ha podido saber, dicho curso se impartirá en septiembre próximo en Chicago, considerada ciudad santuario, con base en un concepto de “Academia Ciudadana”, para que la gente interesada que se inscriba conozca de primera mano y de principio a fin el trabajo de ICE, incluyendo sobre todo los arrestos y las deportaciones de indocumentados. Se supone que Los Ángeles ha hecho esto en el pasado.
Así, se promete, además, la enseñanza de tácticas de defensa, familiarización con las armas y enfocarse en quién detener.
De acuerdo con lo que se ha logrado saber, las autoridades migratorias enviaron cartas a la ciudadanía invitándola a participar en esta especie de “academia para arrestar y deportar”. Diversos medios han publicado parte del contenido de dicha misiva, destacando lo siguiente: “Usted ha sido identificado como un valioso miembro de la comunidad que puede estar interesado en participar en la clase inaugural de la Academia de Ciudadanos de Chicago, de la División de Operaciones de Remoción (ERO), del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) de Estados Unidos”.
Es una invitación francamente fuera de contexto, pues además de que ya se le paga a una insititución oficial como ICE para realizar su trabajo con dinero de los contribuyentes, sus funciones son ampliamente conocidas, las malas y las peores, como para que además invite a la ciudadanía a compenetrarse en las tácticas que han hecho de esta agencia la peor calificada de todas las ramas del gobierno.
De hecho, el año pasado Pew Research Center dio a conocer los resultados de una encuesta sobre la opinión que tiene el pueblo estadounidense en torno a sus órganos de gobierno, colocando a ICE en la última posición con 54% de desaprobación, en comparación con el Servicio Postal, que obtuvo el primer lugar de aprobación con el 90%.
Además, esta forma de atraer la atención de la ciudadanía para sumarse al conocimiento del trabajo migratorio no tiene otro objetivo más que el de despertar interés precisamente en el ala más antiinmigrante de la población estadounidense, en un momento en que la intimidación, las redadas, los insultos por hablar un idioma distinto al inglés, el perfilamiento racial, la xenofobia, la supremacía blanca, los ataques oficiales a DACA y al TPS han tendido un cerco a la población inmigrante más vulnerable, que ha vivido literalmente durante los últimos años en un estado de permanente ansiedad y persecución.
Más allá de las justificaciones oficiales respecto de los “beneficios” de un curso así —básicamente para saber cómo trabajan los agentes y “sensibilizar” a los participantes respecto de sus tareas—, el mensaje velado que se envía por parte del gobierno actual y de sus autoridads migratorias es que harán todo lo posible por reforzar y ampliar la táctica de la intimidación. Para ello, utilizarán a la propia sociedad, a fin de que se sume a la justificación de una tarea que ha provocado más daños colaterales al enfocarse en indocumentados que antes no eran prioridad de deportación.
Esto se vuelve aún más claro cuando surgen las preguntas clave: ¿qué hará la gente que tome dicho curso con el conocimiento adquirido? ¿Regresará a su casa a continuar con sus asuntos personales como si nada hubiera pasado o como si nada hubiera aprendido? ¿Cómo reaccionará al saber que algunos de sus vecinos de toda la vida son indocumentados? ¿A quién llamará de inmediato para poner en práctica lo aprendido?
Porque si de sensibilizar a la gente sobre el trabajo que realizan los pobres agentes migratorios, bien harían también en invitar a los que más rechazan a los inmigrantes a que tomen igualmente un curso en los hogares de los indocumentados para darse cuenta de una realidad que les estalla en la cara, pero que no han querido entender, sino solamente rechazar porque sí.
Una de las primeras figuras públicas en repudiar este tipo de curso ha sido precisamente la alcaldesa de Chicago, Lori Lightfoot, quien en su cuenta de Twitter fue muy clara: “El plan de ICE para capacitar a civiles a fin de vigilar e intimidar a las comunidades de inmigrantes y refugiados es vil. Siempre defenderemos y protegeremos a todos nuestros residentes”.
En efecto, se podría estar creando una especie de “milicia de vigilantes” dispuestos a satisfacer sus deseos más antiinmigrantes, ahora que estarían amparados oficialmente y “educados” con las herramientas propias de un perseguidor.
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