18/10/09 a 6:03pm por Maribel Hastings
La semana pasada, mientras el congresista demócrata Luis Gutiérrez hablaba de la urgencia de avanzar el tema migratorio en la agenda legislativa, pensé en el papel que han jugado –y en el que no han jugado- algunos de los líderes del Congreso, y en cuántos aliados reales tiene la causa migratoria en el Legislativo federal.
Pensé, por ejemplo, que el líder de la mayoría demócrata del Senado, Harry Reid, por las razones que hayan sido, cuando menos llevó planes de reforma migratoria integral al Senado aunque no se hayan concretado. Recordé que Reid ha dicho públicamente que llevará otro plan migratorio al pleno del Senado después de las reformas de salud y energía, y también recordé que Reid enfrenta una dura batalla de reelección en el estado de Nevada el año entrante.
Al menos públicamente se dice que la intención es aprobar una reforma migratoria en el 2010, que es también año electoral. En juego están todos los escaños de la Cámara Baja, 36 escaños del Senado –incluyendo el de Reid-, 38 gubernaturas y otra lista de puestos estatales o locales.
Hay opiniones encontradas sobre la estrategia de Reid en los debates migratorios previos o sobre sus motivos reales para apoyar una reforma migratoria aunque el más obvio de ellos es que representa un estado, Nevada, con una de las poblaciones hispanas de más rápido crecimiento y donde el tema de la reforma tiene gran importancia entre esa población latina.
Según el Centro Hispano Pew, hay más de 605,000 hispanos en Nevada, lo cual representa casi 25% de la población del estado. Nevada fue uno de tres estados competitivos (junto a Colorado y Nuevo México) con el mayor incremento de votantes hispanos entre 2004 y 2008. En 2004 los latinos representaban 10% de los votantes del estado, y para 2008 ya representaban 15% de los votantes.
Pero según el Instituto Hispano, que ha iniciado una campaña de registro de votantes en Nevada, “se calcula que hay 70,000 latinos elegibles para votar que todavía no se han registrado”.
Todo esto quiere decir que en elecciones cerradas el año entrante, el voto latino puede ser determinante.
Y el panorama electoral para Reid parece complicado, de momento. Un reciente sondeo de opinión de Mason-Dixon lo coloca en desventaja frente a dos potenciales contendores republicanos por su escaño: Sue Lowden, ex presidenta del Partido Republicano de Nevada, y el desarrollador Danny Tarkanian.
Varias fuerzas operan en su contra: sus bajos índices de popularidad sumados a los bajos índices de popularidad del Congreso de mayoría demócrata, y también podría incidir en su contra que Obama pierda el favor del público. En 2008 Obama ganó en Nevada, un estado que los republicanos ganaron en los comicios presidenciales de 2000 y 2004.
Aunque las circunstancias de cada elección son diferentes, esto debería servir de recordatorio a los políticos sobre el papel que jugaron los votantes latinos en la elección general del 2008, y en el que jugarán en las elecciones sucesivas. Particularmente los votantes latinos inmigrantes que apoyaron a los demócratas ante la promesa de una reforma migratoria.
Sin ser ave de mal agüero, ni tomar posturas, ojalá que el tema migratorio realmente se resuelva antes de las elecciones del 2010 porque mientras más tiempo pasa, más riesgo hay de que los políticos al mando sigan perdiendo apoyo o gastando capital, o incluso perdiendo sus escaños.
Y en el Congreso digamos que hay que apreciar a los aliados que públicamente anuncian su apoyo a esa reforma migratoria, sobre todo a los que en el pasado han hecho mucho más que hablar.