28/09/09 a 12:56pm por Maribel Hastings
Ya casi entramos en el mes de octubre, el año 2009 está en su última curva, y todavía no tenemos reforma de salud, mucho menos reforma migratoria.
Sólo hay promesas de acción por parte de un senador demócrata, Charles Schumer, de Nueva York, que cada vez que le preguntan sobre la reforma dice que está buscando apoyo bipartidista. Se anticipa que el senador republicano de Carolina del Sur, Lindsey Graham, sea su contraparte en el esfuerzo.
En la Cámara Baja la única promesa definitiva ha venido del congresista demócrata de Illinois, Luis Gutiérrez, quien por los pasados años, y otra vez ahora, es quien ha dado la cara en el tema de la reforma migratoria.
Gutiérrez pondera presentar un plan de reforma integral en las próximas semanas que espera sirva de vehículo para dar luz verde a un proceso legislativo con la esperanza de que en la primera mitad del 2010 se concrete algo.
En los próximas semanas sabremos qué pasa.
Dicen que el que espera desespera y en el caso de la reforma migratoria la espera ha sido larga, con desafortunados parches en determinados momentos que han dejado mucho que desear. En el camino ha habido y sigue habiendo dolor e incertidumbre.
No es nada extraño que muchos propongan que ante la ausencia de un plan de reforma amplia, deben contemplarse medidas individuales que legalicen a ciertos sectores del universo de más de 12 millones de indocumentados, como por ejemplo, estudiantes y trabajadores agrícolas.
El viernes el nuevo presidente del Fondo Mexicoamericano de Defensa Legal y Educación (MALDEF), Thomas Sáenz, declaró en entrevista con la Associated Press que si los demócratas del Congreso retrasan la acción legislativa este año o temprano el año entrante, la mejor opción es que traten de aprobarse medidas que aborden las necesidades de tres grupos: trabajadores agrícolas, estudiantes, y que se garantice un trato igualitario a parejas del mismo sexo cuando una de las partes solicita tarjeta de residencia.
“Hasta ahora nadie me ha convencido de que la reforma migratoria no podrá avanzar en 2010, así que tiene que moverse y tiene que incluir estos tres elementos y muchos más. Pero si no es posible, estoy interesado en discutir la idea de pagos iniciales con el compromiso de cumplir con la obligación de avanzar una reforma migratoria amplia que no sea pospuesta indefinidamente”, sostuvo Sáenz.
Y lo que dice es perfectamente entendible. La situación de los jóvenes indocumentados que no llegaron a este país por iniciativa propia y la de los trabajadores del campo, los más explotados, son dos instancias de las que más apelan a políticos de ambos partidos.
Pero no se han concretado, en parte, por el enorme temor, también entendible, de que si los políticos resuelven la situación de estos dos sectores, ya no habrá ningún tipo de incentivo para tratar de resolver la situación migratoria del resto de los indocumentados. Creen que se cerrará la ventana al resto y de todos modos millones seguirán como ahora: viviendo con terror, incertidumbre y sujetos a la explotación.
Se calcula que hay más de dos millones de jóvenes estudiantes indocumentados en Estados Unidos y anualmente se gradúan 65,000 en la misma situación. La medida DREAM Act les daría una vía de legalización si completan estudios universitarios o sirven en el Ejército.
De otra parte, se calcula que 50% de los trabajadores agrícolas en Estados Unidos son indocumentados y enfrentan las peores condiciones laborales. Asimismo, los agricultores enfrentan una escasez de mano de obra al punto que se calcula que agricultores estadounidenses han trasladado 84,000 acres de producción agrícola y 22,285 trabajos a tres estados mexicanos: Guanajuato, Sonora y Baja California.
Personalmente estas son dos de las medidas que más tengo pegadas de mi corazón.
Pero hay que aclarar que estos dos proyectos no han progresado no sólo por razones estratégicas. A pesar de tener apoyo bipartidista, la oposición ha sido dura de parte de quienes insisten en que es premiar la ilegalidad aunque se trate de las manos que siembran y pizcan lo que comemos, y aunque sean jovencitos que no vinieron a este país por iniciativa propia.
Es decir, aprobar estas dos medidas va a requerir un esfuerzo inmenso y una lucha por las concesiones que pedirá la oposición en materia de seguridad. Habrá que enfrentar la misma retórica anti inmigrante y el mismo extremismo del pasado y del presente. Si tenemos que enfrentar todo eso, tratemos de beneficiar a la mayor cantidad de gente.
Las estrategias se amoldan a las circunstancias, pero ahora hay que seguir presionando a quienes prometieron una reforma amplia. Lo menos que hay que darle a los políticos es espacio y refugio para seguir justificando su inacción. No hay que ceder terreno sin que se haya empezado la negociación. Veamos qué ocurre (o no) en los próximos meses para entonces determinar la salida más razonable. Pero ahora, no tiremos la toalla.