24/08/09 a 9:27am por Maribel Hastings
Uno de los detalles que captó mi atención sobre la reunión migratoria en la Casa Blanca el pasado jueves, fue la forma en que muchos participantes del encuentro describieron al término cómo, sin previo aviso para ellos, Barack Obama se personó en el salón del Eisenhower Executive Office Building para reiterarle a los presentes su compromiso con la reforma migratoria integral.
Genial estrategia, pensé. Recuerden que el centenar de presentes representan a diversos sectores de interés y grupos de presión que por las pasadas semanas intensificaron sus críticas contra la Casa Blanca por decir en México que el debate sobre la reforma sería hasta el año entrante, y contra el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) y su Secretaria, Janet Napolitano, por centrar su atención en medidas de aplicación de leyes sin evidenciar liderazgo público para promover la reforma migratoria, como se supone que haga.
Es decir, estamos hablando de una audiencia entre los que se contaban personas que han criticado abiertamente a Obama y a Napolitano, pero para cerrar la sesión con broche de oro, el mero mero hizo su aparición e imaginé cómo, quizá, desarmó a algunos. Es básicamente criticar y quejarse de alguien en abstracto, decir que le vas a decir quién sabe cuántas cosas y de momento lo tienes de frente diciéndote que entiende tus quejas, tus temores, y en el caso de esta audiencia, diciéndoles que su compromiso con la reforma migratoria es real, que el proceso está en curso y que necesita de la ayuda de todos para conseguirlo. ¿A cuántos habrá desarmado?
Fuera de los terrenos de la Casa Blanca se escucharon las reacciones de muchos de los líderes describiendo que Obama llegó y que su presencia es clara señal de la seriedad de su compromiso con la reforma migratoria.
El “encanto” y la persuasión de Obama en acción.
Y la realidad es que, según sondeos, Obama sigue contando con el amplio apoyo de los hispanos.
Una reciente encuesta de la Coalición Latina de Política Pública, conducida por la firma Lake Research Partners el mes pasado, encontró que 77% de los hispanos tiene una opinión favorable de Obama y el 62% cree que Obama está haciendo una labor excelente.
Una amplia mayoría de los latinos, según la encuesta, sigue pensando que Obama hará un mejor trabajo en tratar de lograr esa reforma migratoria y le tienen más confianza que a los demócratas y republicanos del Congreso.
Por cierto, el 67% de los encuestados votó por Obama, igual al porcentaje de latinos que votó por él a nivel nacional en las elecciones de noviembre de 2008.
Esto debe suponer un desafío todavía mayor para el presidente porque en momentos en que le llueven las críticas de diversos sectores, incluyendo los progresistas que lo apoyaron, por el rumbo (o desvío) que ha tomado el debate sobre la reforma de salud, y cuando ya muchos comienzan a cuestionar su desempeño en ese y otros rubros, aparentemente los hispanos siguen confiando en su buena voluntad en el frente migratorio y en su capacidad de liderazgo.
Obama ha explicado que la batalla por la reforma de salud consumirá buena parte del restante calendario legislativo de este año, pero asegura que su administración ya inició las consultas con el Congreso y con los grupos de interés con miras a tener un bosquejo de plan de reforma que pueda discutirse a principios del año entrante.
Se lo reiteró a la audiencia del jueves.
Pero como dijeron varios de los participantes, la seriedad del compromiso deberá demostrarla en los próximos meses cuando él, su Secretaria del DHS y el Congreso comiencen a moldear el lenguaje legislativo de la potencial reforma y cuando se den visos de que, en efecto, el asunto formará parte del calendario legislativo. De lo contrario, no hay garantías de nada considerando que el año entrante hay elecciones de medio tiempo. El mismo Obama ha dicho que cuando se quieren ver resultados concretos sobre algún tema, es necesario fijar marcos de tiempo porque de lo contrario no pasa nada.
Hay cosas, sin embargo, que pueden hacerse de inmediato, como señalar responsables por las muertes en los centros de detención, implementar mecanismos reales que eviten más muertes, investigar violaciones constitucionales en la conducción de redadas y deportaciones, y dejar de aterrorizar comunidades enteras con operativos que sólo persiguen apaciguar a quienes creen que con detener y deportar a un puñado de indocumentados solucionan el problema de fondo. Sin reformas y legalización no se romperá el círculo vicioso porque seguiremos teniendo millones de indocumentados en nuestro entorno.
Las palabras se las lleva el viento. El poder de persuasión y el “encanto” de Obama tienen un límite si no puede evidenciar resultados concretos en lo que prometió. Ciertamente necesita del Congreso que su partido controla y que, hasta ahora, también goza de apoyo entre los hispanos porque la alternativa republicana es inexistente. Pero quienes votaron por el cambio el año pasado lo hicieron por Obama y ahora esperan resultados.
Este articulo se publicó inicialmente en La Opinión: http://www.impre.com/laopinion/opinion/opinion/2009/8/24/el-encanto-de-obama-143701-1.html