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Y comienza (oficialmente) el empuje por la reforma migratoria

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26/06/09 a 12:16am por Maribel Hastings

Pasada la reunión migratoria en la Casa Blanca comienza realmente la presión de todos los sectores involucrados, unos para que la reforma migratoria integral se haga realidad, y otros para, una vez más, impedirla.

El presidente Barack Obama y el vicepresidente Joe Biden recibieron a un grupo de legisladores demócratas y republicanos, que favorecen y que se oponen a la reforma integral, y Obama declaró que a pesar de la retórica y la demagogia que ha rodeado al tema, esos legisladores desean una solución.

Obama lo resumió así:

“A pesar de nuestra incapacidad de aprobar (la reforma) por los últimos años, los estadounidenses quieren una solución….Va a ser difícil, va a requerir la victoria de la practicalidad, el sentido común y la buena política pública sobre la política (partidista) a corto plazo”.

También habló de la urgencia del tema: “no se puede retrasar por un año, dos años, tres años o cinco años”.

Que el tema es un campo minado, lo sabemos. Que por los pasados años el Congreso -con mayorías republicanas y demócratas- lo ha evadido, también lo sabemos. Igualmente conocemos las consecuencias humanas, familiares, económicas, de seguridad y políticas de no atajar el tema.

Conocemos el asunto al derecho y al revés; todo lo que se dice ahora se ha dicho anteriormente.

Lo que siempre ha faltado es liderazgo genuino y voluntad en ambos partidos del Congreso, en la Casa Blanca, y el que todos los sectores involucrados reconozcan que cualquier plan que emerja debe solucionar los problemas fundamentales, sobre todo regularizar a más de 12 millones de indocumentados, pero que se requieren compromisos.

Quienes participaron de la reunión, demócratas y republicanos, alabaron la voluntad que demostró Obama de encarar el tema.

Pero examinemos algunos de los mensajes directos e indirectos del encuentro.

Horas antes de la reunión, el jefe de despacho de Obama, Rahm Emanuel, reiteró que todavía no se tienen los votos para aprobar una reforma porque de lo contrario, ya se sometería a votación.

En Washington, puede interpretarse de diversas formas: unos dirán que la Casa Blanca está sacándole el cuerpo al tema, y otros dirán que se está enviando un mensaje a los líderes del Congreso, de ambos partidos, de que busquen los votos que se requieren: 20 votos republicanos en la Cámara Baja y de 10 a 12 votos republicanos en el Senado.

El tema de los votos es relativo porque para tener votos para un plan primero hay que saber en qué consiste y todavía no hay un plan de reforma integral. Pero, por otro lado, hay medidas que no tienen los votos y se promueven con intensidad para conseguirlas y ahora mismo hay dos ejemplos: las reformas de salud y de energía. Emanuel ya se ha personado al Congreso a torcer brazos por esos temas. ¿Hará lo mismo por la reforma migratoria? Ya veremos.

Perdido en todo lo que dijo Emanuel, una interesante declaración: “Políticamente es mejor que se concrete (la reforma)”.

Las razones son diversas: la reforma es una promesa de campaña de Obama. El 67% de los latinos votaron por Obama, y aunque la reforma no ocupa el primer puesto en sus prioridades, sí es un tema que los une y los moviliza porque los toca directa o indirectamente. Los votantes independientes apoyaron a Obama porque estaban hartos de la inacción en diversos frentes, uno de ellos el tema de la inmigración indocumentada.

Algunos republicanos ven en la reforma una forma de acercarse otra vez a los votantes latinos alejados por la retórica antiinmigrante y antihispana que ha dominado el discurso de ese partido. Pero también ven en cualquier inacción demócrata una oportunidad política que explotar a su favor.

El liderazgo demócrata del Senado dice que tiene los votos para avanzar el plan, pero requiere tiempo para llevarlo al pleno. La presidenta de la Cámara Baja,la demócrata Nancy Pelosi, repitió, como en años anteriores “que están listos”para abordar el tema si el Senado lo considera primero.

Obama designó a la Secretaria de Seguridad Interna (DHS), Janet Napolitano, como el enlace entre la administración y el Congreso para promover la reforma.

Como ex gobernadora del estado fronterizo de Arizona, Napolitano siempre promovió una reforma integral y sensata. Pero ahora como Secretaria del DHS se le ha criticado la “tibieza” de sus posturas. Pero se entiende que para atraer votos republicanos Obama quiera enfatizar que se están tomando las medidas para garantizar la seguridad fronteriza y al interior del país que se ve como preámbulo de cualquier reforma.

Interesante también que Obama tuviera de un lado a Biden y del otro al senador republicano de Arizona, John McCain, su rival por la presidencia y alguien que ha pagado un alto precio en su partido por apoyar la reforma migratoria. Así lo reconoció Obama en la reunión.

Pero las declaraciones de McCain reflejaron las divisiones que persisten: “No puedo apoyar una propuesta que no incluya un plan de trabajadores temporales legales y espero que el presidente use su influencia sobre los sindicatos para que cambien de postura”.

Se refiere a que los sindicatos, que tradicionalmente apoyan a los demócratas, anunciaron hace poco que en vez de un plan de trabajadores temporales apoyan una comisión que determine los futuros flujos de trabajadores según las necesidades de la economía.

Obama reconoció la falta de consenso entre sus invitados, pero dijo que son líderes dispuestos a buscar una solución.

Esperamos que así sea. Cuando menos en ambos bandos hay quienes reconocen la urgencia.

Si no se avanza en los próximos meses con miras a tener una ley firmada en los primeros meses de 2010, “quizá no podramos lograrlo en una generación”, advirtió el senador demócrata Charles Schumer.

Lindsey Graham, senador republicano de Carolina del Sur, lo secundó: “Si esta vez no podemos conseguirlo, ningún político va a considerar este asunto en una generación. Eso sería una vergüenza para este país”.

En efecto, una vergüenza.