McCain y Kyl reciben 1,200 efectivos de la Guardia Nacional y 500 millones de dólares en fondos de seguridad fronteriza, aunque estos ex defensores de la reforma migratoria no le dan nada a cambio al presidente
Hoy el presidente Obama se reunió con la bancada republicana del Senado para, entre otras cosas, discutir la necesidad de la reforma migratoria integral. Posteriormente, Obama solicitó 500 millones de dólares adicionales para la frontera y el despliegue de 1,200 efectivos de la Guardia Nacional a la franja.
A continuación pueden leer el comentario de Frank Sharry, director ejecutivo de America’s Voice, al respecto:
El presidente Barack Obama acudió hoy a la guarida del león y retó a los republicanos a colaborar con él en una reforma migratoria integral. Todo parecía bien. Pero salió de la guarida del león cediendo a la demanda republicana de “seguridad fronteriza primero” sin haber obtenido nada a cambio. ¿Que qué?
Un paso adelante y dos atrás.
Sin duda el presidente Obama defendió con elocuencia la reforma migratoria. El entiende el asunto. Está correcto al decir que el único remedio realista a la inmigración indocumentada es una solución integral que aumente la seguridad fronteriza mientras combata la contratación de indocumentados, elimine el imán de los trabajos, requiera que los indocumentados cumplan con ciertos requisitos para iniciar la ruta a la ciudadanía, y contemple reformas a nuestro sistema de inmigración legal. Esta combinación transformará el caótico y disfuncional sistema migratorio en uno legal y ordenado.
Pero luego nos enteramos de que el presidente le está solicitando al Congreso 500 millones de dólares en fondos de seguridad fronteriza y que también planifica desplegar 1,200 efectivos de la Guardia Nacional. Esto es sorprendentemente similar a lo que los senadores republicanos de Arizona, John McCain y Jon Kyl, han venido demandando recientemente. McCain y Kyl, ex defensores del tipo de reforma migratoria por la cual aboga Obama, le han dado la espalda a los principios por los que pelearon duro en el pasado. Ahora incluso han adoptado la ley de “muéstrame tus papeles” que adoptó de manera partidista la legislatura de Arizona dominada por los republicanos. Y ahora repiten el superficial argumento de “seguridad fronteriza primero” que casi todos los republicanos repiten hasta el cansancio.
¿Qué tiene de malo la “seguridad fronteriza primero”? Suena bien, pero es una trampa. “Seguridad fronteriza primero” quiere decir seguridad fronteriza nunca.
Y he aquí por qué. Cuando de poner fin a la inmigración indocumentada se trata, aplicar seguridad en la frontera es necesario pero insuficiente. Por sí sola no ha funcionado ni funcionará. Esta estrategia no hace nada contra el imán que está atrayendo a inmigrantes sin documentos. No hace nada para evitar que empleadores inescrupulosos contraten mano de obra barata con salarios bajos minando a los trabajadores estadounidenses. No hace nada para integrar a 11 millones de inmigrantes indocumentados al sistema legal. No hace nada para lidiar con el hecho de que algunos trabajadores indocumentados y la mayoría de los empleadores inescrupulosos no pagan los impuestos que les corresponden. No hace nada para reformar el actual sistema de inmigración legal de tal manera que responda de forma flexible a las necesidades futuras del mercado laboral.
El asunto es el siguiente: la “seguridad fronteriza primero” es la estrategia que por los pasados 17 años han empleado el Congreso y el gobierno federal. ¿Y qué tal ha funcionado? Pues no muy bien. Hacer más de lo mismo es una receta para el constante fracaso.
Me irrita escuchar a los senadores McCain y Kyl repetir el paradigma de que nada puede pasar hasta que primero se asegure la frontera. Sé que ellos saben que están bloqueando la única solución que realmente aseguraría la frontera.
¿Y qué pasa ahora? Más de lo mismo. Los republicanos responderán al “gesto” de Obama diciendo que no es suficiente. Nunca es suficiente. Las metas se siguen moviendo. Más guardias, más dinero, más muros, más leyes de Arizona. Entonces, en algún mítico futuro, consideraremos los otros componentes, como si garantizar que todas las contrataciones sean legales o que todos los inmigrantes estén aquí legalmente, sean ideas de último minuto. Entre tanto, la administración Obama sigue tras las metas movibles mientras la mayoría de los republicanos obtienen lo que desean: una excusa para evadir una reforma migratoria bipartidista, y una estrategia centrada en la aplicación de leyes que está deportando a casi 400,000 personas anualmente.
Darle gusto a McCain y Kyl en materia migratoria da la misma sensación de cuando la administración cedió y excluyó a los indocumentados del llamado “intercambio” de la reforma de salud luego del grito destemplado del congresista republicano Joe Wilson durante el discurso del presidente ante una sesión conjunta del Congreso el año pasado. Se siente un poco como la reciente decisión del presidente de respaldar la perforación petrolera en las costas, sólo semanas antes del desastre de derrame de crudo de BP. Darle lo que quieren y esperar que tengan algún gesto positivo.
Pero mientras critico las tácticas del presidente, me repugna la estrategia empleada por los senadores McCain y Kyl. Después de todo, ellos son los funcionarios federales de mayor rango en Arizona. Y aún así culpan a Washington por no resolver el problema migratorio. Ellos son los que han decidido abdicar su responsabilidad de solucionar el problema mediante un plan de reforma migratoria amplio y simple.
¿Por qué? Porque están más interesados en ganar elecciones que en resolver problemas. McCain enfrenta una difícil primaria en contra de J.D. Hayworth, un petulante derechista que está más a la derecha de McCain. Kyl intenta ayudar a McCain a no perder su escaño. El senador republicano de Carolina del Sur, Lindsey Graham, dejó de trabajar en favor de la reforma migratoria y comenzó a bloquearla para proteger a su buen amigo McCain de tener que enfrentar un difícil voto sobre la reforma migratoria antes de la primaria a fines de agosto. Mientras tanto, Jan Brewer, de Arizona, una gobernadora designada, también enfrenta retadores con posturas más derechistas que las suyas, y promulgó la ley migratoria de Arizona en un acto de supervivencia política independientemente de las consecuencias.
Quizá al pueblo estadounidense le gusta cuando sus funcionarios electos juegan a la politiquería como de costumbre. Tal vez el dar a los republicanos lo que quieren, los anime a ayudar al presidente Obama. Quizá la reforma migratoria integral cobró hoy un nuevo impulso.