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El “pinche” muro y las lamentaciones de Trump

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No queda claro si la “decencia” lingüística que ahora pregona Donald Trump tiene que ver con un giro en su campaña hacia la defensa de las “buenas conciencias” de su ámbito político o simplemente es una contradicción más de las facetas de su eterna hipocresía. El caso es que el ofensor ahora se siente ofendido.

El magnate respondió durante el debate republicano en Texas que el ex presidente de México, Vicente Fox, debería disculparse por haber utilizado un término soez para referirse al muro que Trump pretende construir en la frontera sur si gana la Casa Blanca. Palabras más, palabras menos, Fox declaró en inglés durante una entrevista con el periodista de Univision, Jorge Ramos, para su programa Al Punto a transmitirse el domingo 28: “I’m not going to pay for that fucking wall. He should pay for it. He’s got the money”.

Algunos medios han traducido la frase de marras tenuemente como “No voy a pagar por ese jodido muro”. Y está bien. Pero francamente la entonación fonética y contextual del ex mandatario mexicano, en franco español de su tierra, quiso decir, por ejemplo, “No voy a pagar por ese pinche muro”, o incluso utilizando un tono más elevado “No voy a pagar por ese chingado muro”, y hay a quienes les gustaría decir incluso lo siguiente: “No voy a pagar por ese culero muro”.

Sin ponderar el hecho de que sea Vicente Fox el que haya tomado el toro por los cuernos para referirse a Trump y su absurda idea de construir el muro –pues ojalá los presidentes mexicanos asumieran ese tipo de posturas cuando están en funciones–, cualquiera de las acepciones casaría perfectamente con el rechazo que se siente por semejante propuesta que, esa sí, tal como está planteada con ese dejo de racismo y xenofobia, a la que se suma la idea de deportar a 11 millones de indocumentados, es tan insultante, tan ofensiva y tan degradante que, al mismo tiempo, daña una relación bilateral que se ha venido construyendo a tumbos entre Estados Unidos y México a lo largo de toda su historia: desde la Guerra de 1846-1848, pasando por las otras intervenciones militares estadounidenses en territorio mexicano de 1914 y 1917, aparte de la interacción económica a través de un Tratado de Libre Comercio que a estas alturas ya no se sabe bien a bien a quién beneficia más. El caso es que la conexión histórica entre ambos países ha sido muy fuerte por donde se le quiera ver, y se ha enriquecido a ambos lados de la frontera por efecto de la migración, lo quieran aceptar o no Trump y sus seguidores.

Trump no se ha disculpado ni una sola vez por la variedad de floridos insultos, improperios y malas actitudes que su “educación y decencia” le han permitido proferir en contra de mexicanos, mujeres, musulmanes, periodistas y lo que resulte, como para que ahora quiera asumir la “Presidencia de la Liga de la Decencia Lingüística” al exigir a alguien que se disculpe por haber utilizado el que al parecer se ha convertido en el término más prohibido por el puritanismo estadounidense que también anhela representar, puritanismo hipócrita que tan magistralmente retrató Grace Metalious en su novela Peyton Place, de 1956.

Más importante que esa frase fue lo que agregó Fox en la entrevista mencionada con Jorge Ramos: “Es un fanfarrón presumido, ignorante, que no tiene ni idea de lo que es sentarse en la silla de la Presidencia de los Estados Unidos. Es un lugar de alto respeto. Seguir a un falso profeta como Donald Trump, seguirlo al desierto sin saber adónde lleva a esta nación, es peligrosísimo”.

Y eso sí es ofensivo: para la historia, la cultura, la democracia y el futuro de un país de inmigrantes como Estados Unidos. Pensar como Trump y aplaudirlo, en todo caso, sí es un insulto a la inteligencia, a la razón y al respeto. Y la historia, en algún momento, le exigirá que se disculpe, con “pinche” muro o sin él.