tags: Análisis

El círculo vicioso

Compartir este:

01/10/09 a 9:18am por Maribel Hastings

Cuando un congresista republicano como Brian Bilbray, opuesto rotundamente a una reforma migratoria integral, aplaude lo que está haciendo la administración Barack Obama con sus redadas “administrativas”, es señal de la mano dura con que se están aplicando las leyes migratorias, y posiblemente señal de que no se está empleando el sentido común.

Nadie dice que no se apliquen las leyes, pero debe hacerse de manera inteligente y el caso de American Apparel, que ha comenzado a despedir a 1,800 empleados con discrepancias entre sus datos de identidad y la información del gobierno, no denota sentido común.

La empresa fue auditada, al igual que otras 653 a través del país. American Apparel no ha sido multada por contratar indocumentados a sabiendas. Le paga a sus empleados por arriba del salario mínimo, les da prestaciones, incluyendo seguro médico.

Muchos argumentarán que serán 1,800 trabajos que se abren para estadounidenses, pero en un artículo publicado hoy en La Opinión, el abogado de la empresa, Peter Schey, señala que: “esto no está creando empleos para ciudadanos. Te digo que yo he revisado las solicitudes de empleo y hay muy pocos ciudadanos aspirando a ellos”.

Son 1,800 jefes de familias, casi todos mujeres, que se quedan sin su sueldo y por ende, si pagar impuestos al erario público. Se quedan también sin seguro médico para ellos y sus familias. ¿Podrán permanecer en sus hogares? ¿Qué necesidades comenzarán a pasar? ¿Cuántos niños ciudadanos estadounidenses se verán afectados en el proceso?

Son empleados que salen de una empresa que no los explota, a tratar de buscar trabajo en otra que potencialmente puede explotarlos porque no queda claro cuántos serán finalmente detenidos y deportados por la Oficina de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), de manera que permanecerán aquí, en un limbo migratorio, pero aquí.

El círculo vicioso no se rompe.

Los políticos que tanto dicen defender la producción estadounidense deben saber que esas manos de inmigrantes, y no sólo hispanos, sino de todas partes, son las que producen 250,000 piezas de ropa a la semana sólo en los talleres de American Apparel en Los Ángeles, y según un artículo del New York Times “pueden mantener precios competitivos para competir con las importaciones de China”.

Por lo que no deja de llamar la atención que precisamente sea una empresa como ésta la que sea blanco de la estrategia de mano dura que Obama.

Supuestamente la intención era perseguir patronos inescrupulosos que explotan a sus trabajadores aprovechándose de su situación migratoria.

Pero aún en tal caso, recuerden que el problema de fondo permanece. Aquí no se trata de elevar un muro en la frontera. Ni de rodear y aterrorizar empleados en redadas tradicionales. Se trata de dejarlos sin trabajo, pero posiblemente permaneciendo en la misma ciudad, y en el país, sufriendo la economía del hogar y por ende la de la ciudad y el estado en que residan.

¿Cuál es la idea? ¿Deportar a 12 millones en grupos de a mil?

Por mucho tiempo hemos tenido promesas de mano dura que allanarán el camino, dicen, para la elusiva reforma migratoria. Ya se les ha pasado la mano dura porque lo único que hemos visto son más medidas policiacas por más que les cambien el nombre o el estilo. Redadas son redadas, sean tradicionales o sean administrativas. Y de la reforma, ni sus luces.

Obama dice que tiene sentido común, algunos en el Congreso han evidenciado sentido común. La pregunta es cuándo reinará ese sentido común del que todos hablan pero que no demuestran.

Sentido común de una reforma pragmática que rompa por fin el círculo vicioso de la crisis migratoria.