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Harris pulverizó a Trump, pero no puede dormirse en sus laureles

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Un errático Donald Trump ofreció uno de los peores espectáculos de su carrera política en el debate ante la aspirante presidencial demócrata, Kamala Harris, donde fue imposible discutir ampliamente planes de política pública ante un expresidente republicano que recitó mentiras, teorías conspirativas, o simplemente incoherencias.

Harris puso a Trump contra las cuerdas y a la defensiva atacando el enorme ego del expresidente, sobre todo al decirle que la gente abandona sus mítines antes de que terminen por aburrimiento y porque habla de todo menos de las necesidades de los estadounidenses. La vicepresidenta pudo intercalar sus propuestas de política pública en medio del caótico desempeño de Trump y en repetidas ocasiones le recordó a los votantes que ofrece un cambio generacional de liderazgo y que es “hora de pasar la página”.

Trump recurrió a la inmigración aunque el tema bajo discusión fuera otro. Pero no respondió a la pregunta de cómo planea deportar a más de 11 millones de indocumentados, la pieza central de su plan migratorio en el extremista Proyecto 2025 de la Fundación Heritage.

En su lugar, Trump repitió una retahíla de mentiras de que el crimen en Estados Unidos se ha disparado por los inmigrantes, lo cual no es cierto; que por eso la criminalidad en todas partes del mundo se ha reducido, porque han enviado a sus criminales a Estados Unidos y Harris y Biden los han dejado entrar; que tenemos un nuevo tipo de crimen: el “crimen migrante”; que los inmigrantes haitianos en Springfield, Ohio se están “comiendo” las mascotas de sus residentes.

Harris debió ir más allá del tema de la frontera y explicar que se puede asegurar la franja y reformar el sistema migratorio para ofrecer una vía a la legalización a millones de indocumentados que llevan décadas establecidos en este país, algo que apoyan los estadounidenses. En ese sentido fue una oportunidad desaprovechada para establecer un claro contraste con el extremismo de Trump y para apelar a votantes jóvenes, mujeres, latinos y de otras minorías directa o indirectamente afectados por la falta de esa reforma migratoria.

Y aunque Harris barrió el piso con Trump en este debate, si hay una lección para la vicepresidenta es que no debe dejar nada a la suerte, como evidenció la experiencia de Hillary Clinton ante Trump en 2016.

Harris llegó a este encuentro definitorio bien posicionada entre el voto multicultural y diverso. Sin embargo, cuando se suman todos los votantes del país, la brecha entre ella y Trump se cierra. Ya veremos el efecto, si alguno, del debate en esa tendencia.

El Intelligence Center de My Code hizo un sondeo para La Opinión que encontró que 63% de los votantes latinos, afroamericanos, ANNHPI y LGBTQIA+ tienen la intención de votar por Harris frente al 32% que apoya a Trump. Pero cuando se trata del universo general de votantes, la brecha entre ambos se reduce a 5 puntos, 50% a favor de Harris y 45% por Trump.

Otros sondeos nacionales colocan la diferencia entre ambos en un solo punto porcentual a favor de Trump. Y todo sugiere una elección cerrada.

Esto a pesar del desastroso desempeño de Trump en sus mítines, y ahora en el debate, que muestran un candidato republicano trastornado, incapaz de completar un pensamiento, o de ofrecer planes de política pública, que miente hasta por los codos, que sigue insultando a sus opositores y saltando de tema en tema, desde tiburones hasta Hannibal Lecter en una especie de pesadilla febril de la que no podemos despertar.

Lo increíble es que siga teniendo el apoyo de ese sector recalcitrante movido por el prejuicio y el sentimiento antiinmigrante que Trump ha sabido explotar.

Aunque veo más similitudes entre la candidatura de Harris con la de Obama, en el 2016 nadie pensaba que un candidato tan incompetente como Trump pudiera derrotar a Clinton, primera dama, senadora y Secretaria de Estado. No se contó con el resentimiento que la presidencia del primer afroamericano en la historia de Estados Unidos, Obama, generó entre lo que posteriormente se ha conocido como el sector MAGA, que culpa a las minorías y a los inmigrantes por todo, aunque análisis tras análisis desmientan que los inmigrantes roban empleos a los estadounidenses o abaratan sus salarios.

Ahora tenemos una afroamericana de ascendencia india enfrentándose al mismo prejuicio de Trump y sus huestes.

Y aunque uno quisiera pensar que la gente aprende las lecciones y que son capaces de discernir entre una persona capaz y preparada, y un bufón, misógino, mitómano, y convicto para llevar las riendas del país, solamente hay que remitirse a 2016. Y no cometer los errores de la campaña de Clinton de confiarse demasiado, de no tener presencia en condados, ciudades y estados clave, o de ignorar lo que voluntarios sobre el terreno advertían.

Clinton, recordemos, perdió la elección presidencial ante Trump por apenas 117,850 votos en tres estados clave, Pennsylvania, Wisconsin y Michigan, que los demócratas no perdían desde 1992.

A pesar del triste espectáculo de Trump en el debate, Harris no puede dormirse en sus laureles.