WASHINGTON, DC – La aspirante a la nominación presidencial demócrata, Hillary Clinton, quien se reunió este martes con jóvenes inmigrantes en una escuela de Las Vegas, fijó los contrastes entre sus posturas migratorias y las del bando republicano, diferencias que en muchos puntos son más que claras.
No obstante, tras la experiencia de la comunidad inmigrante y de los grupos pro reforma con las promesas de reforma migratoria de Barack Obama y la subsecuente ola de deportaciones, estos sectores esperan posturas concretas que evidencien el compromiso de los demócratas con esa reforma migratoria con vía a la ciudadanía y, mientras se concreta, un claro compromiso con las acciones ejecutivas migratorias que protejan de la deportación a la mayor cantidad posible de inmigrantes.
Clinton comenzó a dar esos pasos al sostener su apoyo a la reforma migratoria con una vía a la ciudadanía y al prometer que como presidenta defenderá y ampliará las acciones ejecutivas migratorias giradas por el presidente Barack Obama si los republicanos insisten en bloquear la solución legislativa permanente requerida.
Comienza la lucha de contrastes.
Un poco de historia
Si nos remontamos a los años noventa, el ex presidente demócrata Bill Clinton nunca prometió reformas migratorias. Sin embargo, gozó de amplio apoyo entre los votantes latinos cuando ganó la presidencia en 1992 y cuando fue reelecto en 1996. La reforma migratoria, al menos una que legalizara a la población indocumentada, no fue tema central de sus dos administraciones, sumidas en otras prioridades y en sobrevivir escándalos de todo tipo, incluyendo uno que culminó en un juicio de destitución.
Pero en 1996, enfrentando la reelección y la presión de un Congreso republicano, Clinton convirtió en ley dos de las reformas más restrictivas en la historia de Estados Unidos: la de asistencia pública o welfare, que incluso resultó en que se negaran beneficios a residentes permanentes; y la de inmigración, que entre muchas otras cosas nos dio las prohibiciones de ingreso de tres y diez años que impidieron que millones de indocumentados que pudieron regularizarse por vínculos familiares con ciudadanos o residentes permanentes lo hicieran.
Bill Clinton prometió vetar la reforma de inmigración si incluía una enmienda republicana que nacionalizaba la Proposición 187 de California. El lenguaje se eliminó y Clinton finalmente promulgó la reforma de inmigración. También la de asistencia pública.
Pero Bill Clinton peleó para restaurar algunos de los beneficios que la reforma de welfare negaba a los residentes permanentes, incluyendo estampillas de alimentos para un millón de residentes, y el Seguro de Ingresos Suplementarios (SSI) para medio millón de ellos.
Durante la presidencia de Clinton también se iniciaron las Operaciones Hold the Line y Gatekeeper en los sectores de El Paso y San Diego, respectivamente, que si bien lograron reducir los cruces de indocumentados, lo hicieron a expensas de que optaran por tratar de hacer el cruce por lugares más remotos y peligrosos.
También hubo avances. Durante la segunda administración de Clinton también se aprobaron proyectos que ofrecieron beneficios migratorios a algunos grupos: La Ley de Ajuste Nicaragüense y Centroamericano (NACARA) en 1997; la ley de Justicia Migratoria para los Refugiados Haitianos en 1998, que permitió que miles de refugiados haitianos se legalizaran; y en el año 2000 (hasta el 2001) se logró la restauración parcial de la Sección 245(i) que permite que indocumentados ajusten sus estatus de permanencia por medio de familiares y patrones, y paguen una multa de $1,000 que se hace efectiva cuando le notifican un cupo de visa disponible.
El factor Emanuel
Una figura central en el círculo de Bill Clinton lo fue su asesor en jefe entre 1993 y 1998, el actual alcalde de Chicago, Rahm Emanuel, quien jugó un papel central en mantener la reforma migratoria a raya desde sus años con Clinton, posteriormente en el Congreso y finalmente como jefe de despacho de Barack Obama de 2009 a 2010. Claro está, cuando quiso ser alcalde de Chicago, hogar de una amplia población indocumentada, Emanuel comenzó a defender la reforma migratoria.
Emanuel fue central en impulsar la estrategia de que los demócratas debían evadir el tema migratorio porque no ganaba elecciones.
Con todo, como senadora por Nueva York, Hillary Clinton apoyó medidas de reforma migratoria en 2004, y votó a favor de una reforma migratoria amplia, tanto en 2006 como en 2007. En 2003, 2005 y 2007, Clinton coauspició el proyecto DREAM Act para legalizar a jóvenes llegados en la infancia.
Y los ciclos electorales de 2008, 2010 y 2012 evidenciaron que las posturas pro reforma benefician a los demócratas a nivel electoral. La aprobación de la reforma migratoria con vía a la ciudadanía por el Senado en 2013 evidenció la evolución migratoria demócrata: todos los demócratas votaron a favor de la medida que se aprobó en votación 68-32. En 2007, por ejemplo, en el voto sobre una medida similar, 34 de los 48 demócratas votaron a favor.
Cuando decidió buscar la nominación presidencial en 2008, Clinton patinó, por ejemplo, en asuntos como las licencias de conducir para los indocumentados, primero diciendo que se oponía. Hace unas semanas indicó que las apoya. Apenas el año pasado, en medio del alza en los cruces de niños centroamericanos por la frontera sur, Clinton dijo que los menores debían ser devueltos a sus países de origen, aunque luego afirmó que debe existir un proceso para considerar los casos.
Durante la brutal campaña por la nominación presidencial demócrata en 2008, Clinton mantuvo su apoyo a la reforma migratoria amplia, pero nunca formuló promesas grandilocuentes ni fijó marcos de tiempo como Obama. Al final, el abanderado demócrata fue Obama y, de hecho, fueron sus posturas pro reforma las que lo ayudaron a lograr 67% del voto latino sobre 31% del republicano John McCain. Pese a su récord de deportaciones, su defensa de la reforma migratoria y sobre todo el haber girado la Acción Diferida para los DREAMers en 2012, hicieron que Obama aumentara el apoyo del voto latino a 71% sobre el 27% acumulado por el candidato republicano que promovió la autodeportación, Mitt Romney, en las generales de 2012.
En 2014 Obama giró las órdenes ejecutivas migratorias que podrían legalizar temporalmente a unos cinco millones de indocumentados. La demanda de 26 gobernadores, 24 de esos republicanos, mantienen las acciones ejecutivas bloqueadas.
La campaña de Clinton ha dicho que de resultar electa presidenta, la ex senadora mantendrá las acciones ejecutivas de Obama.
La comunidad inmigrante y el sector de votantes latinos que la apoya esperan claridad de posturas que les permitan tomar decisiones informadas y poder distinguir entre promesas vacías y las que son más viables.
Maribel Hastings es asesora ejecutiva de America’s Voice