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El costo político de la inacción

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WASHINGTON, DC – Si los republicanos no abordan la reforma migratoria este año para no “lastimar” sus posibilidades de arrebatarle el Senado a los demócratas y mantener la mayoría en la Cámara Baja, ¿cómo competirán por la Casa Blanca si llegan a las elecciones generales de 2016 con su intacta imagen de antiinmigrantes y como los responsables de haber bloqueado, una vez más, la reforma migratoria?

La respuesta es sencilla. Llegarán muy mal parados al ciclo electoral de 2016 que, de momento, pinta bien para los demócratas, particularmente en el Senado, donde 34 escaños estarán en juego, 24 de esos republicanos.

Como una rueda, los ciclos electorales colocan a un partido arriba o abajo, en ventaja o desventaja, dependiendo de lo ocurrido en el ciclo anterior y de las circunstancias que rodean al presidente en turno que suelen salpicar a los legisladores.

Así, en estas elecciones de 2014, con el presidente Barack Obama vapuleado por la batalla del Obamacare y con bajos índices de popularidad, los republicanos apuestan a mantener la mayoría en la Cámara Baja y a tratar de conseguir la mayoría en el Senado, porque hace seis años, en 2008, los demócratas de la Cámara Alta sumaron ocho escaños impulsados por los vientos de cambio y el voto de una amplia coalición de votantes como se han visto pocas en elecciones generales. Este año los demócratas tienen más campo que defender, 21 escaños, en circunstancias complicadas, comparado con 14 escaños para los republicanos.

Pero en 2016 el panorama cambia y los republicanos tendrán 24 escaños en juego y los demócratas sólo 10. Esto incluye estados donde el manejo o mal manejo que den los republicanos al tema de la reforma migratoria puede determinar los resultados de la elección.

Esos mismos votantes elegirán además al sucesor de Obama. Hasta ahora los republicanos siguen desechando todas las advertencias de que tienen que hacer algo en materia migratoria para atraer el voto latino que les urge para ganar la Casa Blanca. Es pura matemática porque el Partido Republicano no sólo ha alienado a los latinos sino a otros bloques electorales clave como mujeres, jóvenes, moderados e independientes. Su base de amotinados del Tea Party no es suficiente para ganar la Casa Blanca.

En otras palabras, aunque 2014 favorezca a los republicanos y recuperen el Senado, el mapa electoral de 2016 no los favorece y podrían volver a perder no sólo el Senado sino la Casa Blanca.

El senador republicano de Arizona, John McCain, conoce los dos lados del debate. Trabajó por la reforma migratoria arduamente, pero cuando luchó por la nominación republicana en 2008 la abandonó buscando el favor de la base ultraconservadora. Y ganó la nominación republicana pero perdió la elección ante Obama porque alejó al voto latino, que confió más en la promesa del novato que en las acciones pro reforma de las cuales McCain renegó.

Pero en 2013 McCain fue fundamental en la aprobación del proyecto de reforma S. 744 en el Senado. Este domingo McCain advirtió a su partido, otra vez, que los cambios demográficos son reales y siguen alterando el mapa electoral del país. Por ende, los republicanos tienen que atraer a los votantes latinos. La reforma es la vía y el momento es ahora, indicó.

“Esperar a 2015 cuando estaremos involucrados en primarias republicanas obviamente no es un escenario viable”, declaró McCain en CNN.
Otro político, demócrata, abogado y estratega que fue esencial para que los demócratas recuperaran el control del Senado en 2006, es el senador de Nueva York, Charles Schumer, otro arquitecto del S. 744.

La semana pasada Schumer lanzó dos curvas al home plate de los republicanos de la Cámara Baja, todo para demostrar que sólo dan excusas para no impulsar la reforma. Primero les dijo que si no confían en que Obama aplique las leyes como están escritas, que aprueben la reforma ahora y la implementen en 2017 con un nuevo presidente o presidenta, lo cual fue rechazado. Luego instó a los demócratas de la Cámara Baja a echar mano de la petición de retiro o relevo, un mecanismo legislativo de último recurso que se emplea cuando el presidente de un comité se niega a someter a consideración un proyecto de ley y, por ende, bloquea la posibilidad de que esa medida llegue al pleno cameral. Para pasar por alto al comité de jurisdicción y llevar la medida directamente al pleno, se necesitan 218 firmas de los congresistas. Se calcula que 197 demócratas apoyan el proyecto de reforma amplia HR 15 que presentó la minoría el año pasado, por lo que se requerirían 21 republicanos. ¿Se enfrentarían a su liderazgo en año electoral? Es complicado.

Lo que no debe ser complicado es que los republicanos actúen para mejorar el abismal desempeño que tuvieron en las elecciones de 2012 cuando sólo lograron 27% del voto latino frente al 70% de Obama. Y la clara vía para lograrlo es a través de acciones concretas en favor de la reforma migratoria.

Un 62% de los votantes latinos tendría una opinión más favorable de los republicanos si el presidente cameral, John Boehner, permite un voto de reforma en el pleno aunque no lo apoye una mayoría republicana, pero 71% tendría una opinión desfavorable de los republicanos si Boehner la bloquea, explicó Matt Barreto, de la firma Latino Decisions.

Es el costo político de la inacción. Más claro no canta un gallo.

Maribel Hastings es asesora ejecutiva de America’s Voice