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2016: ¿les interesa realmente el voto latino?

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WASHINGTON, DC – Las elecciones intermedias son el próximo martes 4 de noviembre, pero la general de 2016 pulula acrecentando los rumores sobre los posibles aspirantes a las nominaciones presidenciales de ambos partidos, y las dinastías Clinton y Bush están en primera fila.

Hillary Clinton ya actúa como la aspirante aunque no lo haya oficializado. Jeb Bush, el ex gobernador de Florida, parece estar considerándolo.

En el caso de Bush, la pregunta obligada es si su propio partido está listo para un aspirante conservador en muchos asuntos, pero moderado en otros. ¿Permitirá la facción republicana antiinmigrante un nominado que se ha expresado a favor de una solución migratoria humana, aunque sin entrar en los detalles más explosivos como qué hacer exactamente con los 11 millones de indocumentados?

Mucho dependerá de lo que ocurra en las próximas semanas si finalmente el presidente Barack Obama anuncia órdenes ejecutivas para proteger de la deportación a ciertos indocumentados. Si como se anticipa, los republicanos se levantan en armas para catalogar la medida de anticonstitucional y jurar frenarla por todos los medios, quedará demostrado que el pequeño y ruidoso sector antiinmigrante sigue, como hasta ahora, dirigiendo la orquesta republicana. Y más aún, si ganan el Senado y, por ende, el control del Congreso.

De hecho, ya el presidente del Comité Nacional Republicano (RNC), Reince Priebus, dijo ante un grupo de conservadores que cualquier acción ejecutiva es “anticonstitucional e ilegal” y agregó que “no hay una molécula en mi cuerpo que esté de acuerdo con el presidente en torno a la amnistía ejecutiva”.

Y eso que las acciones ejecutivas ni siquiera se han anunciado y mucho menos se sabe quiénes y cuántos serían los beneficiados del amparo. Priebus, por cierto, fue quien tras la paliza republicana de 2012 anunció una autopsia de su partido y declaró que había que abordar el tema de la reforma migratoria porque “si los hispanos escuchan que el Partido Republicano no los quiere, no escucharán lo que tengamos que decir en la próxima frase”.

Parece que su partido en el Congreso no leyó el memorando.

El líder de la mayoría republicana de la Cámara Baja, Kevin McCarthy, advirtió que si los republicanos no demuestran que pueden gobernar, “no habrá un presidente republicano en 2016”.

Eso, y si son incapaces de atraer efectivamente el voto de minorías, como los latinos, que son requeridos para ganar la Casa Blanca. Desde que George W. Bush ganó su reelección en 2004 con 40% del voto latino, ningún candidato republicano ha llegado a la Casa Blanca, en parte porque no ha ganado el voto hispano por posturas de línea dura en inmigración, no sólo en retórica sino en acciones. John McCain logró 31% del voto latino en 2008, y Mitt Romney consiguió apenas el 27% en 2012.

Alfonso Aguilar, director ejecutivo del Latino Partnership del American Principles Project, espera que el Partido Republicano sea capaz de ver al 2016 y demostrar “valentía política” para encarar el tema migratorio sin seguir alienando a los electores latinos que requieren para ganar la Casa Blanca.

“Espero que reconozcan que la única manera de ser competitivos en el 2016 es si ejercen liderato en este tema (de la reforma migratoria). No tienen que impulsar lo que Obama y los demócratas quieren impulsar. Pueden empujar una reforma que se ajuste a principios conservadores, quizá no cerrando la puerta a la ciudadanía pero sin conceder un paso especial”, indicó.

Aguilar piensa que la necesidad de ese voto latino debe ser un incentivo para que los republicanos, particularmente si controlan el Congreso desde enero, quieran impulsar una reforma migratoria.

“No será fácil”, reconoce, pero espera que su partido entienda que tiene que demostrar su capacidad de gobernar para ganar la Casa Blanca en 2016. “Entre el establishment republicano y la minoría restriccionista hay una mayoría de conservadores que quieren hacer algo (en inmigración)”, afirmó Aguilar.

Admite que los restriccionistas parecen llevar la voz cantante porque el liderazgo mantiene el silencio.

Por ejemplo, si Obama anuncia las acciones migratorias ejecutivas, “la reacción va a ser explosiva”. “Se harán comentarios lamentables, pero espero que cuando regresen en enero se den cuenta de que es hora de gobernar, que hay que resolver esto como se debe, a través de legislación”, sostuvo.

Aunque se pronostica una repetición del 2012 en la primaria republicana, es decir, una competencia para determinar quién es más antiinmigrante, Aguilar confía en que “la retórica de la primaria va a ser distinta”.

“Obviamente estarán los candidatos tipo Tom Tancredo, pero la clave es que la mayoría no se deje llevar por ese tipo de candidatos… Confío en que tendremos candidatos con posturas más balanceadas y constructivas y que esos candidatos antiinmigrantes van a ser la minoría”.

Entre los potenciales aspirantes viables mencionó al senador Rand Paul y a Jeb Bush.

Si algo así tuviera posibilidades en el mundo real, es decir, si los republicanos permiten que un candidato moderado sea su nominado, sería la forma de dar la pelea a los demócratas por ese voto hispano desencantado con este partido, luego de años de ver el tema migratorio al final de la fila mientras aumentaban las deportaciones.

Aunque Obama emitiera órdenes ejecutivas, no es él el próximo candidato y de ahí que los DREAMers ya estén presionando a Clinton en torno a sus posturas. Después de todo, las acciones ejecutivas son temporales y la reforma legislativa con vía a la ciudadanía quedaría como asunto pendiente para la próxima presidencia y un nuevo Congreso.

En 2008 la postura de Clinton siempre fue más pragmática y se abstuvo de hacer promesas grandilocuentes como hizo el candidato Obama. Seis años más tarde seguimos sin reforma, aunque la culpa es compartida. Clinton viene además de un trasfondo complicado. Su esposo promulgó en 1996, con un Congreso republicano, una de las reformas migratorias más restrictivas en la historia de Estados Unidos que afectó a inmigrantes con documentos legales y que impuso las prohibiciones de reingreso por tres y diez años que han impedido a muchos legalizarse aunque tengan los vínculos familiares para hacerlo, o reunirse con familiares tras una deportación.

Cuando se defina el balance de poder en el Congreso y si Obama gira las órdenes ejecutivas habrá que ver el efecto de la acción sobre los votantes latinos. Ver si incide sobre el entusiasmo de los votantes latinos a una potencial candidatura como la de Clinton; si la presencia de un republicano como Bush ―si los antiinmigrantes lo permiten―, promete una verdadera pelea por el voto hispano o si, una vez más, los republicanos ponen el voto latino en bandeja de plata a los demócratas.

Maribel Hastings es asesora ejecutiva de America’s Voice