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Principios y conclusiones

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“Año Nuevo, Vida Nueva”, reza el dicho. Y aquí estamos otra vez en la renovada lucha por una reforma migratoria buscando pareja de baile para negociar en la ya conocida danza de promesas, posibilidades y excusas.

El presidente de la Cámara Baja, John Boehner (R-OH), asegura que los republicanos presentarán los “principios” de una reforma migratoria, principios que seguramente se han discutido hasta la saciedad, pero que se han retrasado principalmente por la lucha interna entre los republicanos que quieren hacer “algo” en materia migratoria y quienes no quieren hacer absolutamente nada.

Hay varias interrogantes, entre las cuales está qué se planteará para solucionar la situación migratoria de los 11 millones de indocumentados, y la pregunta de los 64 mil: ¿se traducirán los principios en una legislación viable que llegue al pleno cameral?
Se sabrá cuando pasen de los principios a un proyecto de ley concreto o varios proyectos de ley, cuando se pase de la retórica a acciones que permitan una negociación que seguramente no será nada sencilla.

El eterno debate de legalización vs. camino especial a la ciudadanía emerge una vez más. Quienes se oponen a cualquier tipo de reforma esperan que las diferencias que pueda haber en torno a este tema echen por tierra la posibilidad de avance.

No se trata, sin embargo, del todo o nada. Se trata de que se haga una oferta para responder con una contraoferta. Se trata de arribar a la mesa y negociar.

En una atmósfera de incertidumbre como la que viven los indocumentados, es perfectamente entendible que muchos anhelen un permiso de trabajo que los ampare de la deportación. Pero no se trata de sacar provecho de la necesidad ajena. La ciudadanía, con todos sus derechos y responsabilidades, debe permanecer como una opción para quienes deseen y decidan en algún momento solicitarla. Cómo arribar a esa ciudadanía puede negociarse.

Como dice el congresista demócrata de Illinois, Luis Gutiérrez, si los demócratas querían un proyecto perfecto, debieron presentarlo y aprobarlo en 2009 y 2010 cuando controlaban la mayoría en ambas cámaras del Congreso.

Al leer entre líneas las declaraciones de varios líderes republicanos es de anticiparse que se busque algún tipo de vía acelerada a la ciudadanía para ciertos grupos, como los jóvenes indocumentados Soñadores y los trabajadores agrícolas; que se aborden las visas para profesionales extranjeros y que se levanten las prohibiciones de ingreso de tres y diez años para permitir la reunificación de familias, particularmente de extranjeros casados con ciudadanos estadounidenses. Qué se propondrá para el resto está por verse.

Otra interrogante de los principios es si Boehner, como hasta ahora, permitirá que los antiinmigrantes sigan dirigiendo la orquesta en el tema migratorio.

Porque en el otro lado, en el Senado, al parecer, hay malas costumbres republicanas que no se fueron con el Año Viejo. Otra vez los republicanos presentan legislación para atacar a los inmigrantes que termina afectando a niños ciudadanos, como el nuevo intento de eliminar el Crédito Tributario por Niños (CTC) a familias que presenten impuestos empleando un número de ITIN. Cuatro millones de niños ciudadanos podrían verse afectados.

En el bando demócrata, el presidente Barack Obama lucha con bajos índices de popularidad como suele ocurrir a mandatarios que van de salida. Todavía, sin embargo, tiene capital político que invertir para negociar con los republicanos y lograr que su promesa de reforma migratoria se complete durante su presidencia. El tiempo apremia y las deportaciones aumentan, así que la presión también está sobre los demócratas.

Es año electoral y es tentador para los dos partidos seguir postergando el tema para culparse mutuamente de la inacción. Si no ocurre nada este año, sobre todo en la primera mitad de este 2014, el plan que aprobó el Senado el pasado 27 de junio de 2013 sería historia y habría que partir de cero en un nuevo Congreso en 2015. Y en 2015 echarían mano de la excusa de que hay elecciones generales en 2016. Lo han hecho antes y esta vez no sería la excepción.

“Año Nuevo, Vida Nueva”, reza el dicho, pero para los millones de indocumentados la vida sigue igual: temiendo a la deportación y esperando que los anticipados “principios” republicanos den paso a conclusiones que se traduzcan en un proyecto migratorio justo (o proyectos) que puedan avanzar hasta convertirse en ley.