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Los jinetes del Apocalipsis

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09/11/10 a 8:34am por Maribel Hastings

WASHINGTON – La barrida republicana en la Cámara Baja supone escollos adicionales en la lucha por la reforma migratoria comenzando con los personajes que encabezarán los comités con jurisdicción sobre el tema en ese organismo.

Los congresistas republicanos, Lamar Smith, de Texas, y Steve King, de Iowa, están en línea para convertirse en los flamantes presidentes de los paneles Judicial y de Inmigración, respectivamente.

King es proclive a coloridos y ofensivos comentarios.

Ha pronunciado algunas de las siguientes joyitas al hablar, por ejemplo, de un muro fronterizo electrificado:

“Podríamos electrificar este cable con el tipo de corriente que no mate a nadie, pero que sirva para desalentarlos… Lo hacemos todo el tiempo con el ganado”.

Rechazando que la ley SB1070 de Arizona o conceder poderes migratorios a policías locales resulte en el uso de perfiles raciales que afecten a ciudadanos o residentes legales, King ha dicho que los agentes del orden público tienen un “sexto sentido” para identificar indocumentados:

“El tipo de ropa y calzando que usan, su acento, su forma de arreglarse. Estos son todo tipo de indicadores y a veces se trata de un ‘sexto sentido’ difícil de explicar”.

Incluso ha comparado la inmigración indocumentada con un “ataque terrorista a cámara lenta”.

Smith no es dado a citas llamativas, pero en su silencio, es más peligroso. Como reza el dicho, “del agua mansa me libre Dios, que de la brava me libro yo”.

Con su sonrisa de medio sosquín, Smith es muy aplicado y persistente. Sus medidas no siempre han progresado, aún bajo mayoría republicana.

Pero una de sus piezas centrales, cuando fungía como presidente del panel cameral de Inmigración, fue la reforma migratoria de 1996, una de las leyes más restrictivas de los últimos tiempos, aprobada por un Congreso republicano y promulgada por un presidente demócrata, Bill Clinton.

Esta es la ley que, entre muchas otras cosas, amplió las categorías de inmigrantes deportables y creó el programa 287(g) que convierte a los policías locales en agentes de inmigración.

Smith cree además que mediante una ley –no una enmienda constitucional- debe garantizarse que los hijos de indocumentados no obtengan la ciudadanía estadounidense automática a menos que uno de sus padres esté en el país legalmente.

Fue además uno de los coauspiciadores del proyecto H.R.4437, mejor conocido como la “Ley Sensenbrenner”, de criminalización de indocumentados, aprobada en la Cámara Baja en diciembre de 2005, y condenada en 2006 con protestas a través del país.

El congresista de Texas también auspició una resolución este año estableciendo que los gobiernos locales y las policías locales y estatales tienen la “autoridad inherente” para aplicar las leyes federales de inmigración”.

La demanda del Departamento de Justicia contra la SB1070 de Arizona argumenta, entre otras cosas, que sólo el gobierno federal tiene la autoridad de aplicar leyes federales migratorias.

Tras el triunfo republicano cameral del martes, Smith le dijo a la publicación POLITICO que la inmigración será una de sus principales prioridades. Obviamente podemos anticipar mayores esfuerzos para criminalizar a los indocumentados, más millones para la frontera, más medidas policiacas, y mayores poderes a gobiernos estatales sobre leyes migratorias.

Lo irónico es que los demócratas intensificaron todas estas medidas de aplicación de leyes, incluyendo la deportación récord de 400 mil indocumentados, argumentando que todo allanaba el terreno para negociar una reforma migratoria con los republicanos, que no cedieron un ápice y que en este frente son como un barril sin fondo. Nada es suficiente.

Ya se verá si el liderazgo republicano, de cara a 2012 y en busca del voto latino, permite que el ala más radical del partido siga dominando el discurso y la agenda cuando de inmigración se trata, y si los demócratas, que controlan el Senado, aunque con una mermada mayoría, y la Casa Blanca, harán algún intento de impulsar la escurridiza reforma.

Con una bancada demócrata reducida y un caucus republicano fortalecido con figuras del Tea Party y una agenda antiinmigrante, hay que abrocharse los cinturones ante la turbulencia que se avecina.

Maribel Hastings es asesora ejecutiva y analista de America’s Voice